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Un batiscafo o batíscafo es un pequeño vehículo de inmersión profunda (DSV de su acrónimo en inglés, Deep Submergence Vehicle), una embarcación sumergible especialmente diseñada para resistir grandes presiones, y destinada a explorar las profundidades del mar.[1]
Los batiscafos (también conocidos como "minisubmarinos"[2]) están tripulados por una o más personas, cuentan con propulsión autónoma que les permite alcanzar grandes profundidades en el mar (algunos pueden sumergirse a miles de metros de profundidad), y suelen utilizarse con fines militares o científicos.
Estos vehículos subacuáticos normalmente están equipados con cámaras y tecnología que les permite registrar, medir e incluso rescatar objetos del fondo marino, como restos de barcos naufragados.
Se compone de una cabina similar a la de una batisfera suspendida bajo un depósito lleno de algún líquido que sea más ligero que el agua, como la gasolina. La propulsión la proporcionan unos motores alimentados por una batería eléctrica.
El batiscafo fue inventado por Auguste Piccard y la primera inmersión, sin tripulantes y con piloto automático, se llevó a cabo en aguas del archipiélago de Cabo Verde en 1948 y estuvo a cargo del batiscafo FNRS-2. Se logró descender a 1.080 m de profundidad. Se realizaron numerosas pruebas y mejoras y en septiembre de 1953 Piccard y su tripulación lograron descender a 3150 m con el nuevo batiscafo Trieste, construido en Italia y que, en 1959 logró los 5.486 metros de profundidad y un año después los 10.916 m en aguas de Guam, permaneciendo media hora en el fondo del océano. Se construyó más tarde el batiscafo francés "Archimède" (Arquímedes), capaz de explorar profundidades de hasta 11 000 m y que en 1962 alcanzó los 9.500 m en la fosa de las islas Kuriles.